jueves, 22 de septiembre de 2016

Mi luna

La luna
en la noche
seguía mis pasos.
Era compañera.
Venía a mi lado.
Miraba a lo lejos
oscuras siluetas
de sombras siniestras.
Temores de antaño.
Era mi calle
de suelo trazado
entre tapias
de huertas
y casones desperdigados.
Sin farolas
ni aceras.
Corriente de piedras y barro,
cuando las lluvias
bajaban arrastrando
desde lo más alto,
haciendo de mi calle arrollo
que iba girando
creando meandros.
El miedo 
a veces
se hincaba
cual diente
sobre mi nuca
de niña
que poco sabía.
Eran esos años
sin tele
con radio.
Historias de muerte
en nuestro patio.
Punto de reunión
cuando la calle
era puro cieno
y perdición.
Jugar de meriendas.
Noches de verano
a las escondidas
y otras fantasías.
Una acequia
recibía aguas y barros.
Por ella venían
algunos regalos.
Los más preciados
quedaban varados,
retenidos.
Allí nos bañábamos.
Temidas arañas
tentadas
con improvisadas flautas
de puntas de caña
sopladas frente al agujero
simulando moscas atrapadas.
Vuelven los recuerdos.
Mirada en la mente.
Ese tiempo
con sus habitantes
se ha ido perdiendo.
Hubo un blog
de los primeros 
al que nombré
"escondido en mi memoria"
anterior a "chugar"
en myblog.
Era esa botella con su mensaje
de reclamo y auxilio.
Era la búsqueda 
del retorno imposible.
Era ese camino empedrado
que pasé a denominar:
la búsqueda de mi misma
en "búsqueda enredada",
blog que ya no tiene alojamiento,
pero que pasé a libro.
En él hice un post
referenciando la botella del naufrago.
© Ana María Sancho Biesa


No hay comentarios:

Publicar un comentario